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Generalato
SVD

Abrazar la luz: explorando las dimensiones características de la misión SVD

El Capítulo General del año 2000 reconoció cuatro dimensiones características de nuestra vida y servicio misionero: Apostolado bíblico, animación misionera, justicia, paz e integridad de la creación, y comunicación. Constituyen cuatro rasgos identificativos de nuestra vida y misión y configuran nuestro servicio misionero, no como un monopolio de especialistas sino como una marca distintiva de cada SVD en cada etapa de nuestra vida y cualquiera que sea nuestro apostolado. También dan forma a la vida comunitaria, porque es en la comunidad donde buscamos practicar el compartir de la Biblia, animarnos unos a otros para la misión, luchar para que reine la paz y la justicia entre todos y relacionarnos fraternalmente unos con otros.

Cada una de las cuatro dimensiones características implica una actitud básica en nuestra vida y servicio. En el apostolado bíblico la actitud básica es vivir centrados en Dios; en la animación misionera implicamos a los demás, animándolos con nuestro entusiasmo en el camino del Reino y dejándonos animar por ellos. La actitud básica en JPIC es comprometernos a transformar la sociedad y el mundo mediante el análisis de estructuras injustas, la promoción de la dignidad humana y la preservación del medio ambiente en lugar de permanecer en silencio ante las tragedias y la violencia. La comunicación implica llegar a los demás, especialmente a nuestros interlocutores de diálogo (cf. XVI Capítulo General #9). En preparación para el próximo Capítulo General, la segunda guía para la reflexión comunitaria incluye algunas preguntas que pueden ayudarnos a profundizar nuestra comprensión de las cuatro dimensiones características.

El Verbo Encarnado como luz del mundo

Apreciamos las muchas actividades que en nuestras PRM promueven el apostolado bíblico, desde talleres y seminarios hasta la publicación de libros y materiales relacionados con la Biblia. Sin embargo, este apostolado necesita estar conectado con una vida personal y comunitaria inspirada en la Palabra de Dios; el apostolado bíblico tiene un componente ad intra para sostener comunidades transformadas por la Palabra que nutre, fortalece y alienta.

Quienes dedican su vida a la investigación de la Sagrada Escritura o a la transmisión de su mensaje no pueden permanecer indiferentes ante el objeto de su estudio y, antes de cualquier apostolado bíblico, deben cultivar una actitud de escucha de la Palabra de Dios. La Constitución 106 establece: “Escuchando la Palabra de Dios y viviéndola nos convertimos en colaboradores del Verbo Divino”. En preparación para el próximo Capítulo General, estamos llamados a enfatizar la visión de Arnoldo Janssen del Verbo Encarnado como la luz del mundo y a profundizar nuestra relación con el Verbo Divino.

Caminando juntos en misión

La animación misionera tiene sus raíces en la convicción de que toda la Iglesia es misionera y todos los cristianos están llamados a participar en la misión de Dios. Esta idea fundamental, en la que se basa la animación misionera, tiene consecuencias para nuestra vida y debe producir cambios específicos en nuestra misión, pasando, por ejemplo, del deseo de controlar a los demás al trabajo en equipo y del protagonismo personal a la subsidiariedad. Supone renunciar al clericalismo y al individualismo en nuestra vida y servicio apostólico. Requiere la creación de condiciones que permitan a los laicos desarrollar sus talentos y dones para llevar a cabo su misión en la Iglesia y el mundo.

Estamos agradecidos por las muchas actividades organizadas por las PRM para aumentar la conciencia misionera entre la gente, como festivales misioneros, eventos de oración, peregrinaciones, programas de formación para los laicos, etc. Además, en algunas PRM hay un buen número de bienhechores que, a través de su apoyo económico y oración, participan de nuestra misión. Sin embargo, la animación misionera consiste principalmente en involucrar a los demás sin la tentación de querer controlarlo todo o de pensar que podemos hacerlo todo solos.

El mundo herido como lugar de nuestra misión de curación

La experiencia profunda de Dios, fuente de toda compasión, es la fuerza que impulsa las acciones en JPIC y una invitación a una conversión permanente del corazón. La Constitución 112 nos recuerda que “nuestra fe nos llama a reconocer la presencia de Cristo en los pobres y oprimidos”, añadiendo que es nuestro deber “promover la justicia según el evangelio en solidaridad con los pobres y oprimidos”. La dimensión de JPIC impulsa iniciativas concretas de asistencia para resolver problemas, como el hambre, y aliviar el sufrimiento causado por la guerra o los desastres naturales. Incluye la lucha “contra la tendencia al pecado del corazón humano, que está en la raíz de las estructuras y sistemas opresores que causan estos males” (const 112,2).

Así, JPIC avanza proféticamente en dos direcciones que se enriquecen mutuamente: La denuncia del mal y el compromiso de construir el bien. Una misión anclada en la Palabra profética requiere también el reconocimiento de la dignidad de cada ser humano y la valoración de la creación amenazada por una explotación sin límites. También exige una atención continua a las injusticias en nuestras propias comunidades y la indiferencia hacia la conciencia ecológica que a veces ocurre en el comportamiento individual y comunitario. En preparación para el Capítulo, debemos centrarnos “en promover la curación para restaurar la dignidad de la vida y la integridad del orden social”.

Comunicar luz es comunicar vida.

Varias estructuras en el ámbito de la comunicación producen en nuestra Congregación una amplia gama de actividades y utilizan una variedad de medios, por ejemplo, imprenta, televisión, radio, sitios web, YouTube, redes sociales, etc. Pero la comunicación, como dimensión característica, es más que un conjunto de herramientas y tecnologías de la información; es también el arte de promover la cercanía y el encuentro con los demás. Desde una perspectiva cristiana, el misterio de la Trinidad es el origen y el modelo de la comunicación. Por esta razón, tenemos el desafío de crecer en comunión con Dios y buscar hacer de nosotros mismos y de nuestras comunidades una “expresión de la naturaleza comunicativa de Dios, que es comunidad y comunicación” (Dimensiones Características SVD #68).

Como Jesús, el misionero no difunde un mensaje, sino que debe compartir su vida. Este compartir requiere una actitud de escucha y de conversión, poniendo la atención en el Otro y en los demás, porque “la comunicación en su nivel más profundo es entrega de sí en el amor” (const. 115). De esta manera, contribuimos a difundir la luz de la Palabra que vence las tinieblas del mundo y trae esperanza y alegría a todos los hijos de Dios.

Afrontar los desafíos para llevar a cabo nuestra misión

Nuestra Congregación ha destinado personas y asignado recursos para establecer estructuras y ministerios para cultivar e implementar las cuatro dimensiones características. Sin embargo, el Capítulo puede ayudarnos a abordar dos desafíos a continuar nuestra misión como discípulos fieles y creativos. La primera es promover aún más una colaboración más estrecha entre las cuatro dimensiones características. Como nos dice el presente sínodo de la Iglesia: Caminando y trabajando juntos construimos la comunión, promovemos la participación y nos comprometemos en la misión.

Otro desafío es profundizar nuestra comprensión de las dimensiones como actitudes básicas de nuestra vida, expresiones de nuestra identidad religioso-misionera, y no sólo ministerios especializados realizados por expertos. Así, las dimensiones características pueden convertirse en instrumentos creativos del servicio misionero de cada SVD y de nuestros compañeros de misión.

Padre Paulus Budi Kleden y el equipo de liderazgo

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