Personalmente, admiro las construcciones de puentes. Es fascinante ver su capacidad de
unir a pesar de las difíciles condiciones. Gracias a los puentes, los abismos son
enmendados, las orillas opuestas de los ríos son unidas y también se facilita la
comunicación. Los constructores de puentes hacen un trabajo encomiable.
PLa Declaración nº33 de nuestro último Capítulo General ofrece varias sugerencias para
nuestro compromiso con respecto a nuestra vida comunitaria. Y «convertirnos en
constructores de puentes» es principalmente la clave para nuestra interacción con los
demás. Construir los puentes no de madera, ni de hierro, sino con palabras.
Yo diría que necesitamos principalmente tres tipos de palabras que nos ayuden a ser
constructores de puentes. Primero, palabras «básicas», palabras de nuestra comunicación
humana diaria. El Papa Francisco lo repite con bastante frecuencia que usamos en nuestra
comunicación diaria palabras como «gracias», «lo siento», «por favor». Esta es la base.
En segundo lugar, palabras más «elaboradas», palabras de interacción humana, palabras de
intercambio que nos ayudan a conocernos más profundamente: palabras de intercambio
mutuo, palabras de experiencias propias de vida, capacidad de hablar, pero también de
escuchar las dificultades de los demás y sus luchas. Habla y escucha. Y trate de
comprender. Tercero y último, necesitamos «palabras sagradas», las palabras de las
Escrituras que oramos juntos, reflexionamos y leemos juntos – en forma del compartir de
la Biblia, o lectio divina, o durante el retiro... Porque la palabra de las Escrituras
es «lámpara en nuestros caminos» (Sal 119,105), que iluminará y nos ayudará a construir
desde nuestras comunidades lugares cálidos y hospitalarios, tanto para los cohermanos
como para los huéspedes ocasionales.
Recuerdo mis experiencias de las comunidades de todo el mundo donde me sentí como en
casa. Eran comunidades en las que las personas no eran absorbidas sólo por sus «propios
quehaceres», sino que estaban dispuestas a «gastar» su tiempo para hablar entre sí y
hablar con los recién llegados. Y aprendí que eran comunidades en donde los cohermanos
suelen reunirse regularmente alrededor de la mesa compartida de la comida y alrededor de
la mesa compartida de la Palabra de Dios.
Hablando a los jóvenes durante la última Jornada Mundial de la Juventud en Panamá, en
enero de 2019, el Papa Francisco los exhortó a convertirse en constructores de puentes y
no en constructores de muros; por cierto, una idea que repite a menudo. Dijo lo
siguiente: «... el diablo, el padre de las mentiras, siempre prefiere a las personas
divididas, en desacuerdo entre sí. Es el amo de la división. Tiene miedo de las personas
que aprenden a trabajar juntas». Luego se dirigió a los jóvenes presentes y les dijo:
«¿Quieren ser constructores de puentes? ¿Qué quieren ser?" Su respuesta fue:
«constructores de puentes». Ahora, ¿cuál sería mi respuesta personal a esta pregunta;
¿quién quiero ser en mi comunidad?